“Algunos piensan que es imposible sentir terror en una obra de teatro”, dice uno de los personajes de la Dama de negro.
Producir miedo a través de una puesta en escena es una tarea difícil, a menos que se recurra al sonido y al maquillaje, dejando en un segundo, y hasta en un tercer plano el texto. En el montaje mexicano de la Dama de negro lo más terrorífico es quedarse sordo a mitad de la obra.
En últimos días, hubo otro intento por producir escalofríos al público mexicano, aunque no necesariamente a través de un argumento de terror, pero sí de suspenso.

La novela Misery de Stephen King, que desde su aparición en 1987 ha sido adaptada al cine y al teatro, es la historia de un escritor de novelas románticas (Paul Sheldon) que lleva una vida afamada y rutinaria hasta que, por una mala jugada del destino, sufre un accidente carretero y es rescatado por su admiradora número uno, la cual resulta ser una enfermera psicópata (Annie Wilkes).
En fechas recientes se montó la adaptación teatral que escribió Simon Moore, con una corta temporada en la ciudad de México, para luego empezar una gira por algunos estados del norte del país.
Los que leyeron el libro y/o vieron la película, quizá no imaginen cómo puede la adaptación al teatro provocar la misma impresión que en el papel o en la pantalla, pues son diferentes los mecanismos de los que comúnmente se sirve la escena.
El texto de Moore no demerita los elementos de thriller que posee la novela y conserva los espacios físicos que tienen mucho de teatralidad. Otro punto clave de la historia es la contención que desde el libro caracteriza a los diálogos, haciendo avanzar de esta manera la acción para meternos de lleno en el suspenso.



Los actores que interpretan a la enfermera y al escritor son Itatí Cantoral y Damián Alcázar respectivamente, y a pesar de que son buenos actores, no hay comparación con Kathy Bates y James Caan de la versión cinematográfica, quienes logran una justa dosificación de gestos y reacciones, contrario a Itatí Cantoral que luce sobreactuada, tal vez por la herencia que le dejaron las telenovelas.
A los seguidores -quizá fanáticos- de Stephen King puede interesarles como curiosidad esta adaptación que desde hace veinte años se ha presentado alrededor del mundo en montajes profesionales y escolares.
Coincide en que la Dama de negro y Misery fueron escritas por autores extranjeros. No sería malo tener una producción nacional de teatro de suspenso y terror que desde el texto erice la piel. No precisamente un teatro sobre violencia y narcotráfico, sino otra forma de abordar lo sobrenatural.
Elman Trevizo
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